viernes, 13 de agosto de 2010

Razón Práctica y Software libre

Para todo aquel que adquiera o haya recientemente adquirido un ordenador es el caso más frecuente el que éste venga provisto de Windows 7 como sistema operativo. Ahora bien, la relación entre entre el saber y la computación es cosa que para los más suele ir de suyo, según una comprensión intuitiva, en general pre-óntica (si se admite el sintagma). Por lo demás, su relación con la praxis está presente en la palabra misma de tecnología con que se designa su campo. Pero ¿qué lugar tiene allí una razón práctica y, en particular, cual sería -de haberlo- el de una que fuera pura?

Esta pregunta parecerá a muchos quizá banal, y no pocos podrán tenerla por una que conduce a una cuestión de esas que los libros ya no suelen tratar y que si lo hacen lo es sin referencia especial al aspecto que aquí interesa y sólo como elucidación y exégesis de fuentes modernas, es decir, propias de un tiempo del que nos separa un período.

Sin embargo, para que ocurra lo último debería alguien centrarse demasiado exclusivamente en una perspectiva que, no obstante, no lo abarca todo. Volviendo a la cuestión, lo que suele verse es que el énfasis se pone en general en el uso especulativo y en el técnico-especulativo. Pero ya no cabe, como se hacía hace algunos años, atribuir a la senilidad el carácter de obstáculo para acceder al vínculo con el ordenador. En aquella época se acusaba, a veces, la falta de saber para precluir dicha relación objetal (si se me permite la expresión). Pero dicha falta parece ahora al contrario condición del uso (que ha proliferado, sin duda) de dichas maquinas electrónicas.

Parecería, pues, que pasamos de un extremo al otro (cosa que algnos lamentan, como los retornistas que quieren ver en el pasado la sabiduría ubicada en la vejez); pero dicha conclusión sólo se sostendría de un fundamento fenoménico, es decir, escotomizando lo que es en sí y no tan sólo su representación subjetiva. En cambio, lo que sí puede verse con claridad a la luz del día, es que la apariencia especulativa del asunto se superponía a un fundamento práctico. Dicha ilusión (del género de aquellas en las que la razón cae, ya por naturaleza, ya por costumbre) no es casual, pues sólo la facultad especulativa se relaciona propiamente a las formas de la intuición, quedando la práctica relegada a una atemporalidad y a una tópica bien diversas a las de aquélla, de la que sólo pueden citarse formas que, si bien pueden proveer alguna idea de ella (ya que contradicen, como decimos, los conceptos que ordenan el mundo fenoménico), esta idea es no obstante falsa para una crítica que no confunda la representación subjetiva con la realidad objetiva, puesto que lo que hacen es representarla mediante las mismas formas puras de la intuición que nos separan para siempre de su intelección tal cual sería en sí. Intentan darnos, como la teología negativa, una representación aproximativa a aquello que no puede nunca representarse, sólo que en este caso recurriendo a lo que de la intuición menos parece mostrar el concepto puro de la razón, asimilable por tanto a la falla. Dichas formas son la de los sueños en tanto forma menos depurada por la razón pura especulativa, pero que no obstante revisten las formas de la estética trascendental.

Ahora bien, no se crea que se “critica” (hablando, por una vez, propiamente) el uso especulativo de la razón en su relación con el ordenador para concluir que se trata, meramente, de una cuestión técnica-especulativa. Y debe observarse aquí que vale la pena una crítica que deslnde lo técnico-especulativo de los práctico patológico, cosa que no será tratada aquí no obstante.

Tenemos, pues, distintos tipos de software: lo hay privativo, lo hay libre, también de código abierto, también freeware, etc. Esta enumeración relaciona denominaciones que dependen de criterios distintos, superpuestos entre si que, por tanto, no corresponden a un clasificación consistente. Ya en su nombre, el software libre y el freeware aluden al único hecho de la razón práctica (hecho éste desarrollado extensamente por Kant en la crítica que le dedica a esta facultad racional). Pero cabe recordar la distinción que Richard Stallman establece y que es pertinente para el término inglés free, y que no ocurre del mismo modo con la traducción adoptada en nuestra lengua, pero dónde se pone de manifiesto, no obstante, en la expresión canilla libre, en la cual está presenta una ambigüedad homóloga. Dicho sintagma no se relaciona (al menos no directamente) con el uso práctico de la razón, pero se reclama para el de “software libre” una que le concierne íntimamente.

Un punto de vista bastante común se basa en el equívoco mencionado y cree que la gratuidad es la differentia specifica del software libre, quedando así opuesto al privativo. Si bien la rectificación de este punto resulta sobradamente sencilla para alguien que disponga en parte del buen sentido, ya que basta con notar que no todo freeware es software libre así como la noción un poco menos común de que no todo el software libre es gratis.

Este equívoco tiene su origen, por un lado, en el economicismo de quien lo sustente, quien sólo ve diferencia en el costo pecuniario (es decir, 'con la mano en el bolsillo', como se dice a veces) de los fenómenos del mundo escotomizando el uso práctico de su propia razón tomándola (cuando se convence de que es por dichas valuaciones que determina su propia voluntad) por reflejo de ellos cuando no son más que sombras de las cosas que se proyectan en el interior de una caverna, como ocurre en las salas de cine. Por otra parte, es una cuestión práctica, si bien no pura: determinadas voluntades convierten lo que es medio y condición en otra, en fín (si bien no incondicionado). Expliquemosnos un poco en lo relativo a este punto.

Toda determinación práctica, con o sin fundamento puro (como lo sería en el caso de una voluntad autónoma), tiene su lugar en el encadenamiento de los fenómenos. Por tal motivo tiene siempre un aspecto mecánico, ya concierna a su causa, en el caso de que la voluntad sea heterónoma, ya su efecto, en caso contrario. Como ya dijimos, el “no saber” es un aspecto esencial en todo uso del software -a tal punto que sólo con éste bastaría para una diferenciación entre el que es libre y el que es privativo- y, en algunos casos, la forma de garantizarlo es, simplemente, encriptando el código, cosa que resulta inconsistente con los criterios que definen el software libre e implica que sea privativo. Esto se vincula también a la proliferación de eufemismos, por ejemplo en aquéllos sistemas operativos de Microsoft en los que se usa tanto como en el partidismo, el significante 'seguridad' para obtener avales por parte de los usuarios (actualizaciones de seguridad, etc.). Claro que la ignorancia (docta o no) y el saber al respecto no son nunca -no podrían serlo- cabales, y lo que estamos destacando aquí son funciones antes que entidades. La función del no-saber implica que éste puede ser el resorte de una voluntad. Esto es común a todos los típos de soft. Pero este no-saber puede vincularse a un conocimiento técnico o a un objeto fenoménico. El conocimiento técnico se refiere siempre a los fenómenos, pero corresponden a nociones que hacen las veces de reglas prácticas que no contienen más que la suposición de que puede hacerse 'x' cuando se exige que 'y' se haga. Son pues, como según Kant los postulados prácticos de la geometría, “reglas prácticas bajo una condición problemática de la voluntad” (Cf. el Cap. De los principios de la razón pura práctica de la parte Analítica de la segunda Crítica).

Ahora bien, dichas reglas prácticas condicionan a priori una multiplicidad de voluntades relacionadas todas con la variable 'y'. De este modo, independientemente de la naturaleza de 'y' y de su forma pura, existe 'x' como principio que se refiere a una voluntad que toma como campo práctico cierto volumen a escala social. Ahora, la relación entre la voluntad que quiere 'y' y la regla 'x' puede revestir formas variadas.

Debemos tener presente que el modelo de este tipo de lazo social es el intercambio mercantil. En su relación con la circulación del capital, el circuito del consumidor tiene su fin y el de aquel que encarna la función del capital, otro. Dicha duplicidad se mantiene a lo largo del intercambio, donde A y B quieren respectivamente 'x' e 'y', y toda una dialéctica surge aquí debido al hecho de que 'x' e 'y' son medio y fin, según se los considere en función de A o de B. Si somos, en realidad, un poco más preciso, nos vemos obligados a decir que A requiere que B se sirva de 'x'. Y así resulta facilmente comprensible, a la luz de las nociones que Aristóteles establece en su Política, de qué modos puede 'x' afectar una voluntad. En efecto, el software privativo, bajo la condición de encriptar el código (nos centramos en este aspecto parcial), se esquematiza mediante un A que requiere que B se sirva de 'x', sólo que sin saber servirse de él. En oposición a esta modalidad -y siguiendo con las funciones sociales descriptas por el filósofo) está la de una A que quiera que B sepa servirse de 'x'.

Dejamos pues para un post posterior una consideración que no se limite a un sólo aspecto del lazo con A y que nos conduzca más allá de la vía especultativa y pueda llegar a captar algo sobre qué tiene para decir la Razón Práctica, por más que por su título éste blog parezca querer limitarse al uso especultivo, ámbito en el cual no sería posible resolver las antinomias que plantea el asunto en cuestión originando una dialéctica que por sí mismo jamás podría resolverse en el ámbito de la especulación por más que ésta sea racional, y menos si no lo es.

martes, 20 de julio de 2010

Técnicas Proyectivas ¿Quién proyecta?

Habría que intentar un diagnóstico de la situación en que se encuentran las técnicas proyectivas de evaluación psicológica hoy por hoy para pronosticar acerca de su futuro, el cual tal vez termine por librarse de las mismas.

Sin embargo, no es eso lo que va a hacerse en este post. Acá, simplemente, mencionaremos algunas observaciones. La primera de ellas es una pregunta: ¿quien proyecta? Pues es evidente que -si se leen detenidamente (y no tanto) los informes- hay poco del sujeto y mucha teoría del testista. Claro que, cosa frecuente, el mismo testista, influido por su propio oficio, saca a relucir sus propios "mecanismos de defensa", quiero decir: intenta borrar su propia subjetividad de los informes que elabora. Así no hay sujeto alguno, ni el evaluado ni el evaluador. Lo que hay son todas las modificaciones (llamemoslas así) que corresponden a la elaboración secundaria que está a cargo del último.

Esto se corrobora perfectamente en aquello sobre lo que Shafer llama la atención: es común la redacción de informes que de podrían aplicar indiferenciadamente a cualquier sujeto (siempre según los principios teóricos que los "sustentan"). Es bien claro: la parte empírica es reducida a su nivel más bajo, es sólo teoría. Pero como es una teoría sobre lo normal entonces tenemos distintas versiones de dicha normalidad. O bien tenemos versiones normales de determinadas patologías que hacen las veces de tipos penales (no es casual la proliferación de estas técnicas en el ámbito forense).

Pero acá es donde se vé cómo la lectura de Frued es hasta preventiva de este tipo de cosas. Es que él llamaba la atención de que no debía tenerse por cosa fácil esto de la técnica psicoanalítica y caer en el malentendido de creer hacerlo, cuando en realidad se hace algo que no tiene nada que ver, o que si tiene que ver es sólo por ser lo contrario.

Veamos esto: ¿qué tan fácil sería ubicar en una persona, a traves de una batería de tests, sus tendencias inconscientes, impulsos, defensas, etc.? Ya que tengamos que hacernos esta pregunta se vé al extremo en que ha llegado la banalización de la teoría de Freud en manos de los testistas. Seguramente, quien pasa sin más trámites a decir que en tal paciente las tendencias orales y anales inconscientes son contrapuestas a tal o cual mecanismo defensivo resultando en no se qué formación de compromiso que se vé en el trazo, que se destaca por diferenciarse de lo normal en esto o aquello, ese no dió importancia al aspecto problemático de los textos de Freud. Que sea problemático significa, simlplemente, que no es ni apodíctico ni asertórico. Como los testistas lo querrían apodíctico, y como (cualquiera puede notarlo con sólo ojearlo) su inconsistencia es un antídoto absoluto contra tales pretensiones, lo que hacen es deformarlo, simplificarlo más que nada. Para eso la técnica empleada es: anteponer a su lectura la de sus banalizadores. Introducen no una verdadera consistencia (es evidente que los cientificos no aceptan estas teorías) sino una formación de compromiso entre la tendencia a la síntesis (sintetizar la teoría, la supuesta personlidad del sujeto, etc) y una noción de inconsciente -ni si quiera concepto- no tomado como problemático sino apodíctico (y como intuitivo más que racional) con el único objeto de poder agregar, cual un pintor, lo que les plazca al servicio de la proyección.

martes, 30 de marzo de 2010

Competencia del dogmatismo

"Así, considero que la medicina no necesita postulados vacíos, como ocurre con los temas oscuros y problemáticos, respecto a los cuales, quen trata de aprehenderlos por completo se ve forzado a recurrir a un postulado, como, por ejemplo, cuando se trata acerca de las cosas de los cielos o de las que se hallan debajo de la tierra; pues si alguien fuera a revelar o describir la naturaleza de estas cosas, no resultaría claro ni al mismo que habla ni a su auditorio si lo que ha dicho es o no verdadero, dado que no existe ningún criterio de referencia para lograr un cabal conocimiento"
Hipócrates


Freud confiaba en que "en el sueño y en la neurosis reencontramos al niño, con las propiedades de sus modos de pensar y de su vida afectiva" así como en que "también hallamos al salvaje, primitivo, tal como él se nos muestra a la luz de la arqueología y de la etnología". Pero ¿no es cierto también que encontramos incluso al hombre normal?

Veamos lo siguiente: en el totemismo se creía que los miembros de la tribu no corrían peligro frenta al animal de cual creían descender. Ante esta situación, el hecho de que un animal de esos ataque, por ejemplo, a un miembro de ella, podría llevar a descartar dicha regla del pensar. Sin embargo, según parece, su respuesta era diferente: consideraban al desdichado como un ser ilegítimo, no como un perteneciente real al clan. Se conservaba la regla, rectificando su aplicación en el caso en cuestión, expulsando de la tribu a quien podría tomarse como quien refutaba la regla.

Como dijimos en un post anterior, lo mismo ocurre en el caso de la psicofamacología. Con respecto al marxismo, por ejemplo, también podría sostenerse algo similar: que el valor sea la materialización de la fuerza de trabjo empleada utilmente es un axioma que conduce a una situación similar. De hecho, es dable el someterse al mismo e intentar interpretar los hechos a partir de él, pero del mismo modo era dable para los totemistas creer en su descendencia del totem. Dos aspectos de la teoría de Marx facilitan esto: la definición de trabajo útil, que prácticamente limita el trabajo a aquello que se acomoda a su noción a priorística; la separación respecto de la noción de precio de la de valor. Ambas cosas permiten reinterpretar los hechos de manera tal que en lugar de refutar la regla se considere el caso de modo diferente, acomodándose a ella. En realidad, parece más sensato desprenderse se este concepto (el valor) dado que lo único que hay son compras (o ventas) aisladas a un precio determinado, y tanto la unidad sincrónica del precio a lo largo de todos los intercambios semejantes es inexistente (pues no todas las cosas iguales se venden en un mismo momento a un mismo precio) y además no se puede pronosticar la evolución del mismo más que con un importante margen de error.

Cabe indicar aquí que la teoría económica contra la cual piensa Marx recibío, por su parte, un crítica análoga por parte de Keynes, quien creía que se basaba asimismo en ciertos postulados elementales que se hacían prevalecer a los hechos y a la experiencia; estos eran: "que el salario real es igual a la desutilidad marginal del volumen de empleo existente, que no existe el denominado paro involuntario en sentido estricto, y que la oferta crea su propia demanda en el sentido de que el precio de la demanda global es igual al precio de oferta global para cualquier nivel de produción y de empleo" (Cf. Teoría general del empleo, el interés y el dinero). Por lo demás, también a la teoría de Keynes se le criticó esto mismo -por ejemplo Milton Friedman- atribuyéndole que se basaba en la suposición de que el gasto en consumo dependía cabalmente y de forma estable, de la renta presente, etc. etc.

Pareciera que nadie está libre de cometer tal falacia, salvo en las intenciones. Ahora bien ¿qué es lo que hace que la misma tan resistente a los empeños de superarla?

En primer lugar, parecería que una cierta porción de ella resulta inevitable para toda proposición que pretenda referirse al mundo de los hechos, ya que para hacerlo se hace uso de algún lenguaje, y entre los hechos y el lenguaje hay una diferencia de naturaleza, la cual es precisamente la que introduce este problema. Sin perjuicio de ello, cabe notar otro aspecto, y es que resulta frecuente que dichas críticas (como las citadas) se dan en contextos de controversias entre escuelas en el interior de las cuales parece más importante refutar a la teoría contraria que fundamentar la propia, circunstancia que favorecería la generación de este tipo de supuestos.

Volviendo al supuesto del principio, aquél de los primitivos que creían descender de un animal y recordemos que se trataba de un signo distintivo del cual los salvajes se vanagloriaban. Sin duda es evidente que esto es algo que lejos de restringirse al pensamiento primitivo está expandido por los más diversos ámbitos en la cultura actual. Pero este ejemplo muestra que la competencia es parte de lo que está en juego en el contexto de postular cierto tipo de principios, siendo a veces la emulación lo que determina la necesidad de los mismos para sus postulantes más que cualquier otra cosa. Este es algo que en el ejemplo de los economistas es bien claro, puesto que se trata de teorías contrapuestas y que después de todo compiten (o competían) entre ellas.

jueves, 4 de marzo de 2010

Psicoanálisis y ciencia

En la discusión del artículo de wikipedia de psicoanálisis se hacen alusiones discordantes sobre la supuesta pseudocientificidad o cientificidad del psicoanálisis. Es sabido que en general, desde algunos lugares científicos niegan el carácter de tal al psicoanálisis, o incluso lo tachan de pseudocientífico.

Googleando rápidamente por páginas de psicoanalistas, dí con algunos comentarios sobre el tema desde su perspctiva.

En la página de la APA, si bien no se discute este tema (no en las primeras dos o tres páginas que nos dá google), se ve que su posición es la de que el psicoanálisis sí es una ciencia. Por ejemplo, encontramos allí "Eso es el psicoanálisis en su esencia: una disciplina científica que estudia, investiga y describe el alma humana...".

Por otra parte, en un escrito de Lacan, de mediados del siglo pasado, dice:

"Si el psicoanálisis puede llegar a ser una ciencia -pues no lo es todavía-, y si no debe degenerar su técnica -cosa que tal vez ya esté hecha-, debemos recuperar el sentido de su experiencia.
"Nada mejr podríamos hacer con este fin que volver a la obra de Freud."

Este fragmento da la impresión, en un primer momento, de cierta inconsitencia. Pues, según él, por una lado, el psicoanálisis no sería aún una ciencia. Esto se ve bien si se lo comprende, por ejemplo, como si pensara que se trata de una campo todavía no suficientemente explorado donde faltasen los ciemientos fundamentales que le dieran el status de cienia al mismo. Pero la vía que se propone para otorgar "cientificidad" al psicoanálisis allí sería nada menos que un retorno, un vovler a la obra de Freud. Esto dá cierto lugar para la vacilación.

Puede interpretarse como estando los fundamentos científicos en la mentada "obra de Freud", sólo que sus seguidores, presas del malentendido, no supieron interpretarlo, dando con el misticismo. Pero si esto fuera así, entonces no habría que decir que el psicoanálisis debiera conquistar su cientificidad sino sólo recuperarla. Difícilmente podría argüirse que esa sería una interpretación propia del fragmento citado.

Otro modo de hacerlo sería tomarlo como un simple Argumentum ad verecundiam, es decir, que su teoría recuperaría el verdadero sentido, perdido por los discípulos de Freud, y apelaría a este supuesto para justamente argumentar a su favor. Esta alternativa no es lo que más aspecto de cientificidad otorga a su argumento. De hecho, los científicos no suelen apelar a una justificación similar.

También cabe otra posibilidad, concretamente, la de que una vez que se dió con un feliz aforismo biensonante, entonces éste se impone por su uso, dejando la tarea de su elucidadción ya sea a un futuro seminario, ya a una postrera generación. Veamos por lo tanto qué aparece googleando en una página lacaniana (EOL), donde se considere este tema en la actualidad por los analistas que prosiguen su línea.

"El psicoanálisis no es una ciencia, pero no por déficit epistemológico alguno, pues se ocupa de aquello que la ciencia necesita excluir para poder constituirse como tal. Es una reforma de los límites de la razón, "una razón fronteriza" abierta a lo que se escapa al sentido: el inconsciente, el lapsus, el sueño, el síntoma subjetivo, el fantasma."


Aquí vemos que no se reclama el caracter científico (cosa que sí en la página vista previamente), pero se presentaba tal circunstancia no como una carencia o privación, sino casi como un mérito pues se "abre" a aquello que la ciencia estaría cerrada.

En otro link, vemos: "Entonces, mi hipótesis va a ser esta: el psicoanálisis no puede demostrar que sea una ciencia pero le puede arruinar a cualquier otro discurso su pretensión de ser una ciencia. Es casi la misma función de los sofistas en Grecia."

Nuevamente, no se requiere un reconocimietno de cientificidad, sólo que, a diferencia de antes, en lugar de negar qeu se trate de una falta, se afirma que es una falta de la que nadie puede decir que no constituye un problema, ya que sería inevitable (obsérvese que la cita de arriba se refire al campo restringido que está involucrado en la discusión entre el psicoanálisis y las terapias cognitivas).

Ahora bien ¿qué es lo que ocurrió? ¿Se abandonó esa exigencia de cientificidad que la cita establecía para el psicoanálisis? Pero volvamos a la cuestión de la vuelta a las fuentes. En el texto se sugiere que era un error por aquŕl entonces lo que se hacía en las sociedades psicoanalíticas donde, según Lacan, se había abandonado la lectura de Freud para sustiruírla por la de Fenichel. Y esta protesta era hecha en consonancia con la búsqueda de cientificidad, ya que la vía para alcanzarla era precisamente ese retorno. Habría que ver si, así como actualmente el psicoanálisis parece alejado de dicha exigencia, también dejó atrás la necesidad de basar su estudio en la lectura de dichas fuentes, en lugar de reemplazarlas por otras. Pero antes de googlear esta cuestión, digamos que es un hecho que el progreso de una disciplina estaría coartado toda vez que su doctrina estuviera establecida de una vez por todas, tal como sucede en aquellas que creen en las esencias eternas, por ejemplo el tomismo. Así, limitar a los desarrollos de su fundador los de la misma es exponerla al riesgo de quedar en desuso por el mero trasncurrir de la historia.

jueves, 28 de enero de 2010

Análisis Institucional

Lo que sigue sólo resume algunos puntos introductorios al análisis institucional extraídos de un texto de Manero Brito, agregando entre llaves lo que surge de la lectura propia y no figura allí.


Existen tres terrenos profesionales para el "Análisis Institucional": La Psicoterapia Institucional, La Pedagogía Institucional y el Socioanálisis.

La primera de ellas se dividió en dos correintes, una sociológica y otra psicoanalítica, y pasó por tres fases. La primera, en una situación de guerra y ocupación donde se vieron alteradas las condiciones de vida. Se trasladó el eje desde los procesos de enfermedad mental de los pacientes a los mecanismos "para hacerse de los satisfactores básicos", dada la escasés. En la segunda etapa se puso de manifiesto que "no era al paciente sino la institución a la quedebían curar" y "que era la actividad instituyente de los pacientes el elemento propiamente terapéutico". En la tercera fase, se introdujo en el hospital un psicoanálisis crítico frente a las prácticas dominantes en el medio francés. A su vez, su inserción implicó una sustitución de la experimentación por la teoría.

En cuanto a la segunda, la Pedagogía Institucional, existe en ella acuerdo en torno a tres puntos: considerar la institución escolar (no sólo el establecimiento) como objeto de análisis; formas de regulación lo más democrático posible del conjunto maestro-alumnos; crear las condiciones de este funcionamiento.

Si bien el origen del Socioanálisis se encuentra en la práctica grupal, aquél rebasa ésta "desde un análisis de carácter político". Desarrollaremos un poco más éste último.

El dispositivo de intervención del socianalisis fue durante algunos años similar al de las intervenciones grupales, sólo que con la introducción de la dimensión institucional del análisis, esto ya no es así. En el análisis grupal existe un período de inscripción de personas en el grupo las cuales pasaran a formaruna constante del mismo, en el socianálisis pueden participar todos los que tengan que ver con la encomienda (es decir, el encargo de la intervención). El número termina siendo fluctuante y resulta un grupo abierto permanentemente (que no cierra su entrada a interesados en el mismo), que tiende a constituirse como Asamblea General.

Existen:

a. El "staff" analítico: constituído por los "expertos" (entre comillas) a los que se pide que intervengan.

b. El "staff" cliente: son aquél o aquellos que portan el encargo de la intervención, los que se dirigen al otro staff para requerir su análisis.

c. El grupo cliente: son los que participan en la intervención.

Este dispositivo va en el sentido de la des-institucionalización, lo que lo vincula a ciertas técnicas:

La socialización del proceso de contratación de la intervención; la desaparición de las reuniones exclusivas del "staff" analítico con el "staff" cliente (o algún otro grupo de presión); la restitución de toda información a la Asamblea General, etc.


Algunos conceptos:

.Análisis de encomienda (encargo) y de la demanda

En la encomienda se da cierto acuerdo de caracer político entre los dos "staffs". Se espera del socioanalista que "mantenga la significación dominante de los vínculos sociales", legitimando "al sistema social vigente". Pero, dice el autor, "en la esencia del socioanálisis está el rechazo del mandato social. Así la encomienda inicial debe ser no sólo ampliada, sino también desviada de sus objetios originales".


.Implicación

Hegel decía que la ciencia no era sólo el concepto del objeto sino también del sujeto y del vínculo entre ambos {pero habría que ver cuál es el que existe entre lo que propone Hegel con eso y lo que se mienta aquí con implicación; lo de la Fonomenología del Espíritu parece ser por un lado una prolongación del punto de vista cartesiano -quiero decir, del punto de partida donde está el "yo pienso" junto a su objeto"- a la vez que un recurso que da lugar a una esqumatización dialéctica del conocimiento -donde la estructura inicial del movimiento cogniscitivo tendria la misma forma que la terminal, etc.-. Claro que contrasta su posición con la de los científicos donde su subjetividad no entra en el objeto que estudian. En cuanto al psicoanálisis, donde la implicación del sujeto parece un tema referido -si se lo considera como la relación del sujeto con su propio discurso-, se trata del sujeto paciente (o analizante), no del analista que se sustrae de dicha implicación a partir de la prerrogativa producto de haberse sometido él mismo al análisis de ella frente a otro sujeto que por su parte habría hecho otro tanto, en una serie regresiva hasta Freud quien o bien se abstuvo de dicha implicación, o bien como muestra de ella bastan sus textos de autoanálisis como las cartas a Fliess, la Interpretción de los sueños, etc}. Para Sarte, el sociólogo es, reunido con su objeto, un conjunto donde cada uno interpreta al otro y que conforma un momento de la historia.

Se trata de un cuestionamiento a la praxis científica en tanto esta excluye revisar ciertos aspectos de su práctica {podría tomarse ésta como una cuestión metodológica de las ciencias, principalmente aquellas duras, dado que la exclusión que prescribe el método de lo que queda fuera de ella de antemano es condición de su desarrollo. De hecho, su separación respecto de la religión, por ejemplo, implica una decisión metodológica de este tipo, sobre todo si se piensa que la introducción de la misma en aquella corría por cuenta del investigador, en todo caso, pero no de la naturaleza}.

En el movimiento institucionalista, éste cuestionamiento apareció en el período psicoanalítico de la Psicoterapia institucional (Cf. más arriba). Se usaba "contratransferencia institucional" para designar "la respuesta del médico a la transferencia del paciente" así como "a la posición de paciente, a su lugar en el hospital, a su posición en la jerarquía, a la ideología hospitalria". Y luego se derivó en el concepto en cuestión, del cual Lourau menciona diferentes "niveles": institucional, práctica, sintagmática, pradigática y simbólica.

Asimismo, Lourau propone un modelo de análisis de las implicaciones.

Implicaciones primarias: a) del investigador-practicante en su objeto de investigación/intervención; b) en la institución de investigación u otra, y en el equipo; c) en el mandato y encomienda social y en las demandas sociales

Implicaciones secundarias: a) sociales históricas, epistemológicas; b) en la estructura o en cualquier otro medio utilizado para la exposición de la investigación.

Brito porpone sistematizar cuatro dimensiones de la impliación: psicológica, sociológica, epistemológica y el campo de implicación (que reune todas estas dimensiones).

.Autogestión

.Transversalidad

{Sarte (en Crítica de la Razón Dialéctica) postula cierta incompatibilidad de la idea de "totalidad" con la de grupo. La totalidad está ligada al acabamiento de algo, de una praxis, que termina un objeto, le de una forma, crea una totalidad. Pero manteniendo uno de los puntos sobre los que más había insistido en El Ser y la Nada, el sujeto (ser-para-sí) no es objeto (o sólo lo es para-Otro), en la Crítica intenta una nueva síntesis entre en-sí y para-sí considerando no ya al sujeto aislado en su introspección sino pensando en fenómenos grupales (tal vez también en la introspección) y sociales (recuerdese que intenta conciliar el existencialismo de posguerra con el estructuralismo que le siguió). Toda totalidad sería el correlato de una praxis humana, que sería, por tanto, totalizadora. En tanto parte del campo práctico, el grupo es correlato de dicha praxis. Pero a la vez, por incluír en él sujetos prácticos, es también el lugar de donde parte una multiplicaidad práctica, totalizante. Por lo demás, prefiere ver al grupo como totalizaciones en curso que como totalidades.}


El concepto de transversalidad fue desarrolado por Gatarri desde dos marcos referenciales distintos (una referenica psicoanalítica, relacionada con la contratransferencia institucional mencionada arriba, y otra sociológica). No es sólo el médico el único que es objeto de todos esos vectores referidos con motivo de la implicación.

La verticalidad no es la historia de los sujetos del grupo. Designa las "relaciones sociales institucionalizadas, jerarquizadas, mediatizadas en función de un tipo de sociedad, de sistema económica, etc.".

La horizontalidad "designa las relaciones inmediatas, no mediatizadas por la institución o intentando huir de tal mediatización a través de la transparencia intervenciones-individual. Así la autonomización de la dimensión vertical del grupo nos conduce a un nivel ideológico, a una visión de grupo alienado (...) La autonomización de la dimensión horizontal nos conduce a un nivel libidinal en donde no existe nada más que las relaciones inmediatas, correspondientes a una ideología "libidinalista" que hace abstracción de otras dimensiones. Los grupos objeto son los que caen en estas autonomizaciones: el grupo fuertemente burocratizado o la pequeña secta.

El pasaje al grupo sujeto se da en la elaboración de la transversidad (es decir, de estas dos formas de alienación).

.Analizador: construido, natural e historico.

.El concepto de valencia. Difieren la formulación de Bion y la de Lourau.

Grupo de Base: grupo que privilegia la horizontalidad.
Grupo de Trabajo: se centra estrictamente en la tarea, como obediencia al encargo institucional, donde la única referencia es la jerarquía institucional.
Grupo de Acción: Inspirado en le Grupo Sujeto de Guattari.

.Desviaciones: ideológica, libidinal y organizacional.


La institución.

Se habla de las instituciones, comunmente, en dos sentidos. Cuando el presidente o el ejército se proponene como el defensor de las instituciones de una nación {o cuando se lo presenta al presidente -o incluso al ex- como una amenaza para las mismas} se hace referencia a una forma de organizar la vida social. política y económica. También se habla de institución remitiendo a establecimientos específicos.

Ahora bien, en general "la institución se presenta como un sistema de normas o reglas que estan ya ahí, con una existencia posiblemente transformnada por la historia, pero de alguna manera con una estructura rígida que las define". Pues bien, justamente: "el concepto de institución se constituye a partrir de la crítica de esta concepción".

Existe una polémica donde unos ven la sociedad fundada en su constitución, y otras al contrario, su constitición fundada en la sociedad. (Castoriadis)

En contraposición a la tendencia, o la costumbre, de identificar demasiado la institución a lo instituido, Lourau intentó descríbir la dinámica de la institución, es decir, incluir el aspecto instituyente, en tres momentos: instituído o ideológico; instituyente o libidinal; de institucionalización u organizacional.

Apartir de aquí se pueden clasificar algunos modos de acción en relación a la institución:
Modo de acción institucional.
Modo de acción anti-institucional, que incluye: no-institucional y contra-institucional, éste implicaría la búsqueda de una forma instituconal alternativa.