Habría que intentar un diagnóstico de la situación en que se encuentran las técnicas proyectivas de evaluación psicológica hoy por hoy para pronosticar acerca de su futuro, el cual tal vez termine por librarse de las mismas.
Sin embargo, no es eso lo que va a hacerse en este post. Acá, simplemente, mencionaremos algunas observaciones. La primera de ellas es una pregunta: ¿quien proyecta? Pues es evidente que -si se leen detenidamente (y no tanto) los informes- hay poco del sujeto y mucha teoría del testista. Claro que, cosa frecuente, el mismo testista, influido por su propio oficio, saca a relucir sus propios "mecanismos de defensa", quiero decir: intenta borrar su propia subjetividad de los informes que elabora. Así no hay sujeto alguno, ni el evaluado ni el evaluador. Lo que hay son todas las modificaciones (llamemoslas así) que corresponden a la elaboración secundaria que está a cargo del último.
Esto se corrobora perfectamente en aquello sobre lo que Shafer llama la atención: es común la redacción de informes que de podrían aplicar indiferenciadamente a cualquier sujeto (siempre según los principios teóricos que los "sustentan"). Es bien claro: la parte empírica es reducida a su nivel más bajo, es sólo teoría. Pero como es una teoría sobre lo normal entonces tenemos distintas versiones de dicha normalidad. O bien tenemos versiones normales de determinadas patologías que hacen las veces de tipos penales (no es casual la proliferación de estas técnicas en el ámbito forense).
Pero acá es donde se vé cómo la lectura de Frued es hasta preventiva de este tipo de cosas. Es que él llamaba la atención de que no debía tenerse por cosa fácil esto de la técnica psicoanalítica y caer en el malentendido de creer hacerlo, cuando en realidad se hace algo que no tiene nada que ver, o que si tiene que ver es sólo por ser lo contrario.
Veamos esto: ¿qué tan fácil sería ubicar en una persona, a traves de una batería de tests, sus tendencias inconscientes, impulsos, defensas, etc.? Ya que tengamos que hacernos esta pregunta se vé al extremo en que ha llegado la banalización de la teoría de Freud en manos de los testistas. Seguramente, quien pasa sin más trámites a decir que en tal paciente las tendencias orales y anales inconscientes son contrapuestas a tal o cual mecanismo defensivo resultando en no se qué formación de compromiso que se vé en el trazo, que se destaca por diferenciarse de lo normal en esto o aquello, ese no dió importancia al aspecto problemático de los textos de Freud. Que sea problemático significa, simlplemente, que no es ni apodíctico ni asertórico. Como los testistas lo querrían apodíctico, y como (cualquiera puede notarlo con sólo ojearlo) su inconsistencia es un antídoto absoluto contra tales pretensiones, lo que hacen es deformarlo, simplificarlo más que nada. Para eso la técnica empleada es: anteponer a su lectura la de sus banalizadores. Introducen no una verdadera consistencia (es evidente que los cientificos no aceptan estas teorías) sino una formación de compromiso entre la tendencia a la síntesis (sintetizar la teoría, la supuesta personlidad del sujeto, etc) y una noción de inconsciente -ni si quiera concepto- no tomado como problemático sino apodíctico (y como intuitivo más que racional) con el único objeto de poder agregar, cual un pintor, lo que les plazca al servicio de la proyección.
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